sábado, 8 de septiembre de 2007

EL BARQUITO DE ZYGMUNT BAUMAN

Después del naufragio, vi un barquito y nadé hacia él.
Había un hombre en cubierta, fumando en pipa.
Al acercarme, qué cosas tiene la vida, lo reconocí: no, no era una tía estupenda, era Zygmunt Bauman. Cansado de tanto nadar, le grité:
-¡Écheme una mano!
-Qué más quisiera yo -me dijo el hombre, sin apartar la pipa de la boca.
-Me he leído sus libros. Sé quién es, Sr. Bauman.
-Entonces, ya sabe lo que pasa -dijo con cierta melancolía-. Ésa es toda la ayuda que un sociólogo puede prestarle.
Yo tenía que seguir moviendo brazos y piernas y no perder la estela del barquito.
-¡¡Es que ya estoy harto!!
-Pues yo no lo veo tan mal. Aún flota -dijo Bauman.
-Ya -dije, mosqueado-, pero usted está aún mejor.
-Puede ser. A veces vienen visitas al faro.
Desde luego, era un hombre con sentido del humor. Se burlaba o chocheaba.
-¿Al faro, Bauman? Al barco, querrá decir.
-No se confunda. Esto no es un barco, es un faro.
Tardé algo en reaccionar. No pegaba que aquel caballero octogenario me tomara tanto el pelo.
-Pues no parece un faro. A ver dónde están las luces.
-Oh, no hacen falta, ya le dije que está confeccionado con mis obras.
-Ya, que sus obras son la luz que nos guía, ¿no? Pura metáfora.
-Más o menos -se rió, echando una larga bocanada de humo.
-Pero no me convence, Bauman. Vamos a ver, un faro está quiero, en tierra firme, y usted también se mueve, también está a merced de este inestable liquidillo.
-Ah, ¿pero no me ha dicho que ha leído mis libros?
-Bueno -reconocí-, sólo dos. Pero creo haberme enterado: la modernidad líquida, la vida líquida, el amor líquido... Vamos, el paraíso de los vendedores de licuadoras
-Veo que me ha entendido perfectamente. Lo digo por los vendedores de licuadoras -y soltó unas risitas-. Ya no hay tierra firme, ya no hay faros como los de antes. O eso parece. Yo digo lo que hay, le pongo nombre, lo describo y doy pistas. Por cierto, ¿no se cansa usted de tanto bracear?
-Y que lo diga.
-¿Ha echado lastre? No se olvide de que el lastre es fatal para el mundo líquido.
-¡¡Pero si ya estoy desnudo!! -grité, se me escapó una carcajada y tragué un buchito de líquido. Bauman se frotó la cara.
-Hum, olvídelo, entonces. Olvide que está desnudo. Ya sabe, para mantenerse a flote hay que soltar lastre y olvidar lo aprendido para aprender nuevamente y volver a olvidar y así.
-Ya, se dice bien.
-Cambie de estilo -dijo, asomando la calva por la borda del barquito o del faro.
-Pero, ¿no ve que no se puede aprender y olvidar y volver a aprender y todo eso, en estas condiciones, hombre?
-Ah, hay otros que están en condiciones peores. ¿Ve esas cosas que flotan por todos lados?
-Claro que las he visto, he intentado no tragármelas.
-Basura. Lo que no sirve, basura. Y no me refiero sólo a los desperdicios sólidos, como podrá suponer.
-Ya, otra metáfora.
-Claro. Ojalá -suspiró Bauman.
-Bueno, sr. Bauman. Encantado de haberle conocido. Me ha servido de mucho. Por lo menos me ha explicado un par de buenas cosas.
Di un par de brazadas, y cuando volví la cara ya no estaba. Ni barquito, ni faro, ni nada. Sólo unas cuantas páginas flotando. «Buen viaje, Zygmunt Bauman», murmuré. Y continué braceando, probando estilos, a ver qué pasa.

* * *

Zygmunt Bauman es un sociólogo ya entrado en años, un judío polaco y cosmopolita al que conocí a través de una entrevista en La Contra de La Vanguardia, y que me ha ayudado a comprender un poco mejor este loco mundo.
Modernidad líquida.
Es el concepto acuñado por Bauman para describir esta etapa de la historia.
Líquido es el adjetivo crucial.
Lo líquido es inestable y no permanece mucho tiempo en la misma forma.
Para Bauman, «la sociedad moderna líquida es aquella en que las condicionesde actuación de sus miembros cambian antes de que las formas de actuar se consoliden en unos hábitos y en unas rutinas determinadas».
El caldo de cultivo fértil y apropiado para la liquidez es la sociedad de mercado y de consumo (ojo, no sólo la economía, sino la sociedad) y la globalización.
Y esa sociedad líquida conduce a una vida líquida que nos afecta a todos y que ha modificado nuestro comportamiento, especialmente en las últimas décadas.
Nada escapa a la liquidez. Líquidas, inestables y mutables son tanto las relaciones laborales como la cultura y el amor.
Son muchas las ideas recogidas en los libros de Zygmunt Bauman. Ahí van sólo unas pocas frases, extraídas de Vida líquida :

VIDA LÍQUIDA
(...) la vida líquida es una vida precaria y vivida en condiciones de incertidumbre constante (...) es una sucesión de nuevos comienzos, pero, precisamente por ello, son los breves e indoloros finales los que suelen constituir sus momentos de mayor desafío.

Entre las artes del vivir moderno líquido y las habilidades necesarias para practicarlas, saber librarse de las cosas prima sobre saber adquirirlas.

¿ESPIRITUALIDAD?

Inspirándose en parte en la descripción que hizo Joseph Brodslky de sus contemporáneos -acomodados en el plano material pero empobrecidos y famélicos en el espiritual; hartos, como los habitantes de la Eutropia de Calvino, de todo aquello de lo que ya han disfrutado hasta el momento (el yoga, elbudismo, el Zen, la contemplación, Mao) y, por consiguiente, prestos a adentrase (con la ayuda de la última tecnología, por supuesto) en los misterios del sufismo, la cábala, o el sunismo para robustecer así susd ecaídas ganas de deseo-, Andrzej Stasiuk, uno de los archivistas más perspicaces de las culturas contemporáneas y de su descontento, elabora una tipología del «lumpemproletariado espiritual» y sugiere que sus filas crecen con rapidez y que sus suplicios se filtran profusamente desde arriba hasta saturar capas cada vez más gruesas de la pirámide social.

Alisado hasta formar un presente perpetuo y dominado por la preocupación por la supervivencia y la gratificación (se necesita gratificación para seguir viviendo y se necesita sobrevivir para obtener más gratificación), el mundo que habitan los «lumpemproletarios espirituales» no deja margen para preocuparse por ninguna otra cosa que por lo que pueda ser consumido y disfrutado en el acto: aquí y ahora.

La eternidad es evidentemente la gran marginada en este proceso. Pero no así el infinito: mientras dura, el presente puede estirarse más allá de todo límite (...) La velocidad, y no la duración, es lo que importa. A la velocidad correcta es posible consumir toda la eternidad dentro del presente continuo de la vida terrenal. Al menos, eso es lo que los «lumpenproletarios espirituales» buscan y esperan conseguir.

DEVORAR

La vida líquida es una vida devoradora. Asigna al mundo y a todos sus fragmentos animados e inanimados el papel de objetos de consumo: es decir, de objetos que pierden su utilidad (y, por consiguiente, su lustre, su atracción, su poder seductivo y su valor) en el transcurso mismo del acto de ser usados.

Los desechos son el producto básico y, posiblemente, más profuso de la sociedad moderna líquida de consumidores (...). Eso convierte la eliminación de residuos en uno de los dos principales retos que la vida líquida ha de afrontar y abordar. El otro es el de la amenaza de verse relegado a los desechos. En la sociedad de los consumidores, nadie puede eludir ser un objeto de consumo (...)

ANSIEDAD
La vida líquida significa un autoescrutinio, una autocrítica y una autocensura constantes. la vida líquida se alimenta de la insatisfacción del yo consigo mismo.

POLÍTICA

(...) la llegada de la sociedad moderna líquida significó la desaparición de las utopías centradas en la sociedad y, en general, de la idea misma de la«sociedad buena».

Incluso la nueva preocupación por los temas medioambientales debe su popularidad a la extendida percepción de la existencia de una conexión entre el mal uso predatorio de los recursos comunes del planeta y la amenaza que ello podría suponer para el desarrollo fluido de las actividades egocéntricasde la vida líquida.

La nula atención prestada a las condiciones de la vida en común impide la posibilidad de renegociar el marco que hace que la vida individual sea líquida. el éxito en la búsqueda de la felicidad (...) sigue viéndose obstaculizado por la propia forma en la que se realiza esa búsqueda (...) La infelicidad resultante añade motivación y vigor a una política de la vida declaros tintes egocéntricos; su efecto último es la perpetuación de la liquidez de la vida.

AMISTAD

En un escenario líquido, de flujo rápido e impredecible, necesitamos más que nunca lazos firmes y fiables de amistad y confianza mutua. A fin de cuentas, los amigos son personas con cuya comprensión y ayuda podemos contar en caso de que tropecemos y caigamos, y, en el mundo en que vivimos, ni los surfistas más veloces ni los patinadores más ágiles están asegurados frente a tal eventualidad. Pero, por otra parte, esos mismos contextos líquidos y caracterizados por el rápido fluir de los acontecimientos favorecen a quienes viajan ligeros de equipaje: si las condiciones cambian y obligan a moverse con rapidez para comenzar de nuevo desde cero, los compromisos a largo plazo y los lazos de los que resulte difícil desligarse pueden suponer una pesada carga, un lastre que debe ser arrojado por la borda. No se puede nadar y guardar la ropa al mismo tiempo y, sin embargo, eso es lo que el contexto en el que usted trata de conformar su vida le insiste que haga. Cualquiera que sea la decisión que tome, no hará más que acumular problemas.

EDUCACIÓN: APRENDIZAJE Y OLVIDO

Los misiles inteligentes, a diferencia de sus anteriores parientes balísticos, aprenden sobre la marcha. Por lo tanto, lo que necesitan que se les suministre al principio es la capacidad de aprender, y de aprender deprisa. Eso es obvio. Lo que ya resulta menos visibles, sin embargo, (...)es la capacidad de olvidar al instante lo que se ha aprendido con anterioridad.

(...) en el contexto moderno líquido, para ser de alguna utilidad, la educación y el aprendizaje deben ser continuos e, incluso, extenderse toda la vida.

Y las promesas -o la mayoría de ellas- parecen hacerse con el único fin de ser luego incumplidas o desmentidas, confiando en la brevedad del lapso de la memoria pública. No parece haber ninguna isla estable y segura entre tanta marea.

La «sociedad del conocimiento» «amenaza con provocar mayores desigualdades y aumentar la exclusión social».

BAUMAN, Zygmunt, Vida líquida (2006), Barcelona, Ediciones Paidós Ibérica,S.A., Paidós Estado y Sociedad, 143
[IMAGEN: Zygmunt Bauman, por Gusi Bejar]

domingo, 2 de septiembre de 2007

ÁCIDO SULFÚRICO SOBRE UNA TRADUCCIÓN DE AMÉLIE NOTHOMB



La novela no me ha gustado mucho, la verdad. Nada que ver con aquella noche leyendo de un tirón Las catilinarias. Y si, además, la versión española contiene errores de traducción, menos. Varios errores, incorrecciones, distancian mucho de la historia. Extraña en una editorial como Anagrama, y en un traductor como Sergi Pàmies, uno de los cuentistas que más me gustan.

Entiendo que traducir no es fácil. Pero Pàmies es el traductor de todas las novelas de Nothomb publicadas en Anagrama, y además nació en París . ¿Comete incorrecciones porque su lengua literaria es el catalán? Hay quien sostiene que en Cataluña pasa eso, que las traducciones de los catalanes suelen ser cada vez peores. Yo siempre lo he puesto en duda por aquello de cierta catalanofobia, pero igual debo cambiar de opinión. Además, no es excusa. Anagrama debe de tener correctores. Juzgad vosotros estas tres cagadas:

Pág. 79 - «Tuvieron que empujarla para que andara

Pág. 127 - «Se produjo una auténtica mobilización de los medios de comunicación (...)»

Pág. 150 - «Los bienpensantes pensaban en voz alta (...)»

NOTHOMB, Amélie (2007): Ácido sulfúrico, Barcelona, Anagrama, Panorama de narrativas. Traducción de Sergi Pàmies.

UN AMOR, EL AMOR, JODER

Me preguntan si tengo un amor.
De acuerdo, querían decir una pareja, un rollo, algo similar. Pero me he quedado colgado de la palabra amor.
En El Banquete, de Platón, la profetisa Diotima de Mantinea le dice a Sócrates que el amor no es, como piensa, para la belleza, sino para engendrar y dar a luz en la belleza.
Y en Aprendices de las emociones, Norberto Levy sostiene la idea del amor como la energía que sustenta y hace funcionar el universo, aquello que cohesiona todo lo existente, y de lo cual nuestro amor humano es una participación, una valiosa experiencia del amor universal.
De entre todos los usos de la palabra amor, uno que nunca me ha gustado: hacer el amor. Debe de ser que tengo un alto concepto del amor para identificarlo con el sexo así, sin más. Puede haber amor en el sexo como puede haberlo en cocinar y en pasear y en trabajar y conversar con un amigo y cuidar de tu hijo. ¿Hacer el amor? Vacío, eufemístico. Lo considero una cursilada, aunque a veces no queda más remedio que emplearla para que no le tomen a uno por grosero. Pero prefiero joder o follar. Sonoras, contundentes, expresivas. Excitantes.
Un par de veces, dos mujeres me recriminaron que utilizara el verbo joder en un relato. No sé, les sonaba mal. Supongo, porque tampoco explicaron demasiado por qué no les gustaba.
A vueltas con el lenguaje y la dichosa, falsísima, dicotomía corrección/incorrección política.
Y, una vez más, se trata de engrandecer, elevar, idealizar y valorar una actividad (follar) con una especie de hipérbole, de mayúscula exageración (haciendo el amor). A mi modo de ver, se consigue lo contrario y se minusvalora el amor, el amor concreto y real, y se genera confusión sobre dos cosas distintas: amar y follar. Volveré sobre ello hablando de literatura (sobre las hipérboles literarias, por un lado, y sobre la buena literatura erótica, que habla de joder sin problemas).
¿Es mejor joder o hacer el amor? Hay gente que sostiene que es diferente, que una cosa es joder con cualquiera y otra muy diferente hacer el amor con la persona amada. Pero cuando les preguntas dónde está la diferencia, todo son vaguedades y contradicciones.
Follemos y dejemos el amor en paz, ¿no os parece?