viernes, 10 de octubre de 2008

QUÉ SENCILLO

Qué fácil hacerme feliz, bitácora. Mejor, qué sencillo.
En la feria del libro de ocasión encuentro El viaje de Felicia, de William Trevor. Quiero leer desde hace tiempo la novela en la que se basó Atom Egoyan para su Felicia's Journey. El tema de la historia me tiraba para atrás, pero me gustó mucho el humor y la gran delicadeza con que lo trata Egoyan. Esta mañana soleada encuentro la novela, a buen precio, en fila india, abrigada junto a otras novelas de Alianza. Entusiasmado, y aunque voy a comprarlo de todas formas, pido otro ejemplar que esté en mejores condiciones. El librero me dice que son restos de una librería que los tendría almacenados de cualquier manera, pero enseguida me facilita otro volumen, en mejor estado, sin esas manchitas negras. Cuando consigo que me cobre (El viaje de Felicia y Amor negro, de Dominique Noguez), porque se ha ido al otro extremo del puesto de libros, donde andan el alcalde y concejales, le agradezco que me haya alegrado el día. Detalles, felices hallazgos, regalos. Que, además, a falta de un amor, saben a gloria. Deliciosas migajas del maná de la felicidad. Como ayer, cuando la sonriente dependienta del obrador que prepara «posiblemente las mejores magdalenas de la ciudad» pone en mi mano una exquisita rosca «de San Froilán».