domingo, 2 de septiembre de 2007

ÁCIDO SULFÚRICO SOBRE UNA TRADUCCIÓN DE AMÉLIE NOTHOMB



La novela no me ha gustado mucho, la verdad. Nada que ver con aquella noche leyendo de un tirón Las catilinarias. Y si, además, la versión española contiene errores de traducción, menos. Varios errores, incorrecciones, distancian mucho de la historia. Extraña en una editorial como Anagrama, y en un traductor como Sergi Pàmies, uno de los cuentistas que más me gustan.

Entiendo que traducir no es fácil. Pero Pàmies es el traductor de todas las novelas de Nothomb publicadas en Anagrama, y además nació en París . ¿Comete incorrecciones porque su lengua literaria es el catalán? Hay quien sostiene que en Cataluña pasa eso, que las traducciones de los catalanes suelen ser cada vez peores. Yo siempre lo he puesto en duda por aquello de cierta catalanofobia, pero igual debo cambiar de opinión. Además, no es excusa. Anagrama debe de tener correctores. Juzgad vosotros estas tres cagadas:

Pág. 79 - «Tuvieron que empujarla para que andara

Pág. 127 - «Se produjo una auténtica mobilización de los medios de comunicación (...)»

Pág. 150 - «Los bienpensantes pensaban en voz alta (...)»

NOTHOMB, Amélie (2007): Ácido sulfúrico, Barcelona, Anagrama, Panorama de narrativas. Traducción de Sergi Pàmies.

UN AMOR, EL AMOR, JODER

Me preguntan si tengo un amor.
De acuerdo, querían decir una pareja, un rollo, algo similar. Pero me he quedado colgado de la palabra amor.
En El Banquete, de Platón, la profetisa Diotima de Mantinea le dice a Sócrates que el amor no es, como piensa, para la belleza, sino para engendrar y dar a luz en la belleza.
Y en Aprendices de las emociones, Norberto Levy sostiene la idea del amor como la energía que sustenta y hace funcionar el universo, aquello que cohesiona todo lo existente, y de lo cual nuestro amor humano es una participación, una valiosa experiencia del amor universal.
De entre todos los usos de la palabra amor, uno que nunca me ha gustado: hacer el amor. Debe de ser que tengo un alto concepto del amor para identificarlo con el sexo así, sin más. Puede haber amor en el sexo como puede haberlo en cocinar y en pasear y en trabajar y conversar con un amigo y cuidar de tu hijo. ¿Hacer el amor? Vacío, eufemístico. Lo considero una cursilada, aunque a veces no queda más remedio que emplearla para que no le tomen a uno por grosero. Pero prefiero joder o follar. Sonoras, contundentes, expresivas. Excitantes.
Un par de veces, dos mujeres me recriminaron que utilizara el verbo joder en un relato. No sé, les sonaba mal. Supongo, porque tampoco explicaron demasiado por qué no les gustaba.
A vueltas con el lenguaje y la dichosa, falsísima, dicotomía corrección/incorrección política.
Y, una vez más, se trata de engrandecer, elevar, idealizar y valorar una actividad (follar) con una especie de hipérbole, de mayúscula exageración (haciendo el amor). A mi modo de ver, se consigue lo contrario y se minusvalora el amor, el amor concreto y real, y se genera confusión sobre dos cosas distintas: amar y follar. Volveré sobre ello hablando de literatura (sobre las hipérboles literarias, por un lado, y sobre la buena literatura erótica, que habla de joder sin problemas).
¿Es mejor joder o hacer el amor? Hay gente que sostiene que es diferente, que una cosa es joder con cualquiera y otra muy diferente hacer el amor con la persona amada. Pero cuando les preguntas dónde está la diferencia, todo son vaguedades y contradicciones.
Follemos y dejemos el amor en paz, ¿no os parece?