El clown se muestra, se expone, se deja ver. Dice "aquí estoy yo".
El clown mira al frente, al público.
La historia no es importante para el clown; es sólo una excusa para mostrar su personaje.
Si una historia es ir de aquí hasta allí, conviene alargar un poco el recorrido. No contar las cosas rápidamente, sino detenerse en el camino y crear una tensión, una expectativa.
Que se rían de él es el triunfo del payaso. Y cuando encuentra algo que funciona, sea lo que sea, algo que hace reír al público, lo explota y lo sigue hasta el final.
El clown se mueve con decisión. Sus gestos son enérgicos y claros, tenga la edad que tenga y haga lo que haga.
El clown busca la manada. No sabe hacer nada, pero busca estar con los demás. Y cuando se aparta del grupo, lo hace para regresar enseguida.
El clown, el genuino imbécil, es egoísta. No le importan los demás si no es para conseguir sus propósitos. Persigue sus objetivos, que generalmente son muy simples.
Los demás son para el clown parte de su juego. Y, si algo sale mal, ¿quién tiene la culpa? El payaso apunta con el dedo: el otro, el otro siempre tiene la culpa.
La nariz del payaso es la máscara más pequeña del mundo.
Del curso de Pep Vila. En Tor, del 19 al 21 de Junio de 2009. Más información en www.imbecilidad.com
Y una buena definición del clown: http://www.rojas.uba.ar/programacion/clowns/index.htm